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Polémica y críticas sacuden el reciclaje en España, ¿cuál es el mejor modelo?

Polémica y críticas sacuden el reciclaje en España, ¿cuál es el mejor modelo?

[PARTE 4:Polémica y críticas sacuden el reciclaje en España, ¿cuál es el mejor modelo?]

HOSTELVENDING.com 19/03/2018.- En un país donde el SIG ya ha fracasado, la lucha continúa hacia la propuesta de un nuevo paradigma. Sin embargo, la polémica de un Sistema de Depósito que no acaba de convencer, parece tener una difícil coexistencia con un Modelo de Incentivos simple; y estos dos a su vez, amenazan con romper el inmenso monopolio que Ecoembes ha creado en torno al reciclaje. ¿Habrá paz?

 

El gran cementerio de los elefantes 

La hipotética pérdida de la hegemonía de Ecoembes ha lanzado suspicacias sobre el sistema de SDDR. De hecho, según destacan desde Envaciclo, parece haberse articulado en España toda una maquinaria para intentar desacreditar este sistema: “El SDDR no tiene porque perjudicar a ecoembes, de hecho en todos los paises en los que hay SDDR convive con los SIG y se llevan bien. Cada uno a lo suyo.  No entendemos como una sociedad como Ecoembes que es sin animo de lucro...se enfada porque el SDDR se lleve las latas de bebidas que es el material más preciado”.

Sin embargo, precisamente en este punto es donde encontramos la principal sombra que podría perderse sobre Ecoembes. Los envases de metal no solamente son los más cotizados, sino los que más fácilmente se pueden separar y procesar. No hay que olvidar que Ecoembes tiene firmados una serie de convenios con las recicladoras, por lo que perder cuota de poder sobre este tipo de envases daría un saldo negativo a su balance.

Antonio Díaz Prieto, Directorténico de Reverse Vending Spain, arroja algo más de luz sobre esta situación: “En España el mercado es incipiente, principalmente porque existe una lucha de poder de dos sectores enfrentados como son El sistema integrado de gestión actual (Ecoembes) y la promoción por otra parte interesada en el Sistema de Depósito (básicamente empresas que venden esta tecnología)”.

Según Díaz, el SDDR obligaría a instaurar un nuevo gestor del sistema (es decir, otro Ecoembes, pero sin Ecoembes), provocando un nuevo sistema que no perjudica a Ecoembes directamente (si partimos de la hipótesis de que verdaderamente es una entidad sin ánimo de lucro). Lo que no se puede negar es que de un modo u otro se estaría rompiendo la estructura de poder que Ecoembes ha creado  sobre la ley del año 97.

“Es Ecoembes quien ha montado todo el sistema de contenerización que conocemos y se oponen totalmente a que venga alguien a decirles que obligatoriamente tienen que elegir implementar la otra. De hecho, se aferran a la legislación vigente para decir que no es legal obligarles y algo de razón tienen”, matiza el técnico de Reverse Vending Spain.

 

La guerra contra el SDDR, de mentiras y medias verdades

Los argumentos en contra del SDDR son tantos como la imaginación de los detractores ha dado de sí. Rafa Pacheco, miembro de la plataformas SDDR.info, habla de una subida generalizada en el precio de la cesta de la compra, ya que los supermercados optarían por repercutir los gastos de las máquinas de reverse vending en los productos.

Además, comentan cómo iría en perjuicio del pequeño comercio que no podría adaptarse al SDDR (algo que quedaría desmentido por cómo funciona en Austria sin máquinas de reverse vending), sin descartar las enormes dificultades que supone la inclusión de una nueva bolsa de reciclaje con puntos tan concretos y horarios determinados para poder reciclar: “Todas esas pequeñas dificultades que, para los activistas concienciados pueden ser fácilmente soportables, suponen menos y menos gente reciclando. Y, en consecuencia, más y más residuos sin tratar que pueden acabar contaminando el medio ambiente”.

A pesar de que los argumentos aportados por Pacheco son convincentes, no hay datos que evidencien que sea realmente así y las correlaciones no están en absoluto claras. Sin ir más lejos, Envaciclo recuerda cómo en el SDDR hay un circuito establecido en el que el supermercado o tienda tiene un “premio” por colaborar con el sistema. Se le da unos céntimos por cada envase que devuelven en su tienda o establecimiento por gastos de maquinaria, almacenamiento, manipulación etc. Este dinero le permite costear los gastos de manipulación o la  máquina RVM.

Otro de los argumentos contra el SDDR es el aumento de las emisiones de CO2, algo ocasionado por los nuevos circuitos logísticos que habría que incluir. Sin embargo, no hay que olvidar que gracias a las compactadores es difícil hablar de un aumento de las emisiones como tal; en tanto que las rutas para el pequeño comercio (sin máquinas de reverse vending) habría que confeccionar un modelo más eficiente. Aunque claro, todo esto supondría un esfuerzo por parte de los organismos políticos para trazar un perfil de ruta ideal.

Además, hay que destacar que los residuos van a parar a plantas de tratamiento de envases, en Noruega por ejemplo estas plantas son de una empresa pública, donde se separan por tipo de material y color: “No llegan impropios, sólo se transportan envases 100% reciclables y si se han utilizado máquinas RVM han compactado los envases por lo que se ahorra en transporte ya que no transportamos aire sino envases que serán reciclados”.

Lo que no se puede negar es que a pesar de todo, el SDDR tiene un alcance muy limitado y depende enteramente de los supermercados, limitando al usuario en cuanto a ubicación y horarios para poder realizar correctamente el reciclaje: “¿Imaginas poner una máquina en una plaza?, ¿quién la compra? Porque en SDDR las máquinas las compran obligatoriamente los supermercados, ¿Quién la vacía y la gestiona?”, enfatiza Díaz.

Por su parte, Martínez no puede evitar ver las enormes similitudes entre el modelo actual de Ecoembes y el que propone el SDDR: “Los productores tienen que pagar la cuota igualmente para costear la gestión de esos envases una vez convertidos en residuos.  “El depósito no exime de la cuota ya que la gestión, es decir, todas aquellos costes que conlleva el reciclaje: transportes, plantas específicas se tienen que asumir por los productores. En este punto coincide exactamente igual ambos sistemas: es mucho mayor el coste de gestión, que lo que realmente valen los materiales”.

Por su parte, Pacheco también traslada la polémica del SDDR al plano social: “Si decimos a la gente que recicle sólo porque recuperarán así los céntimos de sus depósitos, desaparecerá la idea de que reciclar es un deber cívico, y pasarán a reciclar sólo los que económicamente lo necesiten. De esta forma estaríamos librando a las clases altas de su deber de reciclar, dejando todo el peso del reciclaje sobre las familias de menos recursos”, arremete contra el  sistema de depósito.

Además, opina que teniendo en cuenta las características de los envases que encajan dentro del SDDR, al final la población únicamente acabaría reciclando una parte de los envases y no el conjunto. En cualquier caso, esta hipótesis se basa en meras conjeturas y aún hoy es difícil establecer hasta qué punto el SDDR es útil para sensibilizar.

 

… y los intereses de tirar por tierra el sistema de Incentivos

Y entre uno y otro, el Sistema de Incentivos pasa completamente inadvertido sin que se estudie realmente si merece la pena potenciarlo. “Mientras no haya un sistema SDDR no se puede saber el tiempo de amortización de las máquinas ya que las máquinas sólo se utilizarán de manera formativa o educativa...o para mantener limpias las playas, un concierto, las fiestas mayores, etc”, asegura la responsable de Envaciclo al comentar la eficacia de su modelo de Depósito.

Por su parte, el Director Técnico de Reverse Vending Spain afirma que en España “no nos dejan trabajar con este modelo porque están empecinadas ciertas entidades aparentemente ecológicas, con la implantación del Sistema de Depósito que es obligatorio, y por otro lado, Ecoembes. Por tanto, está costando encontrar un hueco entre tanta guerra que lo único que consigue es que no se haga nada”.

Según sus postulados, el reverse vending funcionaría perfectamente en España si dejaran de presionar para introducir un Sistema de Depósito y apostaran por la introducción de este sistema de recogida selectiva informatizada con incentivos porque no requiere cambios en la ley ni enfrentamiento con el actual modelo de reciclaje implantado por ley vigente.

“En SDDR no hay máquinas más allá de los establecimientos de alimentación (los grandes) y el depósito sólo se puede descontar de las compras en esos mismos supermercados. Lo que pasa es que se está confundiendo no sé si por desconocimiento o con qué tipo de intenciones, nuestro sistema con SDDR. Porque llevamos varios años poniendo máquinas en la calle con nuestro sistema y la gente lo confunde”, recuerda Díaz.

Por el contrario, con un modelo de Incentivos se promovería que principalmente sean los Ayuntamientos quienes realicen la inversión, ya que no hay forma de amortizar las máquinas para otro tipo de organismo que no sea público.

En este caso, la Directora Técnico de Planeta Monster lo tiene más que claro: “La reducción de costes se ve en los presupuestos de los ayuntamientos al ahorrar costes de gestión de limpieza diaria, porque evitar que la gente tire todo mezclado al contenedor gris, cuyo tratamiento en más costoso que el amarillo, que es a su vez pagado por Ecoembes y no tiene coste para el ciudadano”.

“Ecoembes puede pagar alrededor de 180-200€ por tonelada de envases reciclados selectivamente en su flujo de residuos. Por lo tanto, estamos hablando de que por una tonelada que no se tire al contenedor de basura se ahorra 150€, y esa tonelada entregada al flujo selectivo adecuado puede generar unos ingresos de 200€, total, 350€ tonelada de ingresos al Ayuntamiento. Ahí está el éxito de nuestra propuesta”, argumenta con cifras el Director de Reverse Vending Spain.

Además, sí que es cierto que los envases, al tener valor, se abandonan mucho menos tanto con el Sistema de SDDR como con el SRR, y por lo tanto el sistema es capaz de aumentar las tasas de reciclaje; por lo tanto, la gran diferencia estaría en la inversión multimillonaria que requiere el SDDR: “Primero porque las máquinas son muchísimo más económicas ( las nuestras) y en segundo lugar porque utiliza el mismo flujo, las mismas instalaciones y los mismos transportes. Todo esto con un valor añadido, que el sistema es participativo a todo tipo de entidades incluidas las entidades sociales y por supuesto, todos los comercios (tiendas de ropa, gimnasios, etc, etc) que pueden participar en el intercambio del incentivo beneficiándose de aumentar sus ventas”, concluye Díaz.

Entre las miradas cruzadas de los defensores del SDDR y el SRR, surge la pregunta de si podrían convivir pacíficamente los tres modelos, a lo que Carmen Martínez sentencia que es imposible: “El SDDR tendría que convivir con el SIG, pero es que el Sistema de Incentivo es un apoyo al que tiene Ecoembes, por lo que no podría sobrevivir con el SDDR haciéndole competencia. Al final estamos hablando de 2 modelos de negocio distintos e incompatibles entre sí”.

De momento, y sin una propuesta contundente capaz de convencer a todos los actores involucrados, parece que todavía habrá que esperar un poco más para conocer el desenlace.

 

[PARTE 1 de 4: La batalla del reciclaje en España, el gran negocio de la basura]

[PARTE 2:SDDR: Cuando reciclar no da votos]

[PARTE 3: La tercera vía incentivando]

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